Carlos tenía 20 años cuando sufrió violencia psicológica y física por parte de su expareja. Un día, a punta de gritos y amenazas fue obligado a ir a un estudio de tatuajes para que se rayara el brazo. “Esto es para que jamás se te olvide de quién eres y a quién le perteneces.” Esta frase, permaneció durante mucho tiempo en su mente.
De acuerdo con un estudio realizado en México en el 2012, ocho de cada 10 jóvenes son violentados física, sexual, psicológica y económicamente por sus novias. Sin embargo, esto no es algo que se denuncie constantemente.
El Grupo Mhoresvi (Movimiento de Hombres por Relaciones Equitativas y Sin Violencia) describe brevemente los diferentes tipos de violencia que existen: violencia física (patadas, cachetadas, jalones, empujones), violencia emocional o psicológica (menospreciar, humillar, ignorar, guardar silencio e incluso miradas amenazantes), violencia sexual (en este caso negarse a tener intimidad u obligar a tener relaciones sexuales), violencia verbal (apodos, gritos, insultos) y por último violencia económica (condicionar el dinero o bien quitar el dinero).
El que se invisibilice esta situación se deriva del temor a ser mal vistos socialmente en una comunidad machista que desvaloriza que un hombre no tenga la capacidad de respuesta ante un ataque y mucho menos si la mujer es la agresora. Esto se debe a que el varón tiene que mostrar en todo momento su hombría ante una sociedad desafiante porque así la sociedad lo ha impuesto.
De acuerdo con las declaraciones de la psicóloga Teresa Romero de Casa Psi, esto es normalizado debido a que desde niños se les enseña a ser el sexo fuerte, a no llorar, a que el hombre no tiene que ser vulnerable.
“Los hombres han sido educados por mujeres sumisas que han fomentado esta conducta machista, donde la figura del varón debe ser siempre dura. En nuestra sociedad está mal visto que un hombre llore. ”
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (Inegi), un estudio realizado en el 2012 revela que en gran número de relaciones, las mujeres son las que infligen violencia a sus parejas.
La encuesta reveló que el 78 por ciento de los jóvenes entre 15 y 24 años son atacados psicológicamente por sus novias. No obstante, hasta el momento se desconoce una cifra actualizada de los últimos años de ataques hacía el hombre por parte de las féminas.
La situación que vivía Carlos, lo llevó a aislarse de sus amigos, a perder su trabajo. Incluso, sus ganas de vivir fueron ultrajadas. “Siempre me hizo pensar que jamás iba a destacar y que sólo era un mugrosillo sin talento… me deprimí, perdí el trabajo y las ganas de vivir”.
Los cambios culturales, han influido en la concepción de las relaciones de poder en la pareja. Los prejuicios y roles dentro de la sociedad siguen prevaleciendo. El machismo ha contribuido a que no se lleven a cabo los procedimientos correspondientes para denunciar. “Una vez, le comenté a mi mamá que me ofendía y ella se enteró. Me dijo que los hombres no hacían eso, que era un pinche maricón y me prohibió hablar con amigos y familia”.
La legislación mexicana muestra muy poco interés con relación al tema. De acuerdo con el abogado Alan Omar Vargas, el único ordenamiento legal para que el hombre pueda hacer valer sus derechos cuando su esfera jurídica es transgredida es la Constitución Política de México.
Su baja autoestima hizo que no se acercará a ninguna dependencia gubernamental para esclarecer lo que había sucedido. “Tenía tan baja la autoestima que me hizo depender de ella, yo pensaba que sí la dejaba aunque me hablara con groserías y me ofendiera me iba a quedar solo.”
Su desesperación llegó a tal al extremo que decidió contarle a sus padres la situación que estaba atravesando. Debido a su depresión lo había perdido todo; el trabajo y la universidad. Tuvo que tomar terapia para amenizar el daño que le había dejado esa relación tan destructiva.
Con esta situación no se pretende minimizar el fenómeno de violencia hacía la mujer. Diariamente cientos de féminas son vulneradas en diferentes formas y en muchas ocasiones, estas agresiones terminan en feminicidios.
Cifras del (Inegi) indican que en 2015 se registraron 20 mil 762 muertes por homicidio en el país, de las cuales 18 mil 293 fueron de hombres, dos mil 383 de mujeres y 86 más no fueron especificadas.
Lo que se busca con las denuncias es encontrar soluciones para ambas problemáticas y que esto no sea normalizado por la sociedad.
“En cuanto me safé de eso lo primero que hice fue tapar el tatuaje. Hoy puedo decir que perdí el miedo. Desde ese día jamás volví con ella y cambió mi vida para siempre…” Después de 5 años el tatuaje ya no se ve. Lo decidió cubrir con un diseño imponente. Algo que reflejara su libertad, esa libertad que todo mundo tiene derecho a gozar.
*Por respeto a los testimonios se ha cambiado el nombre de la víctima
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