En la práctica de la natación es, precisamente, donde más se mira con lupa este asunto. Según el ABE (Banco de Estadísticas australiano), un 30,2 % del abuso sexual infantil se produce por parte de un familiar de la víctima, mientras que un 11,1% por parte de extraños. La estadística alimenta el escepticismo de tal manera en Australia que las autoridades exigen que el profesor pida permiso al niño antes de tocarlo. Una medida a priori absolutamente válida para proteger a los más pequeños, pero que sin duda ultraja el honor del colectivo del hombre.
Con semejantes cifras, resulta inevitable mantenerse alerta para eludir estas atrocidades pero, ¿hasta qué extremo hay que confiar en la condescendencia de quienes no conocemos y no caer en prejuicios? Y, más preocupante aún, ¿hasta qué extremo en quienes sí conocemos? Una disyuntiva delicada porque es tan aberrante señalar sin pruebas como ser acusado con ellas.
http://es.blastingnews.com/sucesos/2015/02/discriminacion-masculina-infundada-en-australia-00273777.html
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